La Reina del fado.
- La Reina del fado.
- Abandono:
- La niñez de Amália Rodriguez.
- El regreso de sus padres y el camino al éxito:
- La dictadura o el Partido Comunista.
Hablar de Amália Rodriguez y hablar del fado es lo mismo, porque nos estaríamos refiriendo a una de sus mayores exponentes, ya que grabó más de 170 discos a lo largo de su vida.
Amália Rodrigues nació un 23 de julio en Lisboa y tuvo una carrera profesional en la actuación y la música de más de 40 años, entre 1950 y 1970, y hay quien la vincula al régimen del dictador António de Oliveira Salazar aún que hay quien asegura, que estuvo vinculada al Partido Comunista Portugués al que dio dinero en la clandestinidad.
Después de La Revolución de los Claveles, la obligaron a retirarse de los escenarios.

Cien años después de su nacimiento, se la reconoce como «la voz de Portugal»
Decía Amália en una entrevista en 1967 – «No sé si canto bien fado, si soy castiza, si soy artista. Lo que sé, es que hay una sinceridad que siempre tuve al cantar en mi manera de ser. Siempre di todo lo que pude dar»
Fue la quinta de una familia de nueve hijos. Trabajó desde muy pequeña vendiendo fruta, trabajando en una fábrica de dulces y cosiendo ropa, hasta que inició su carrera como cantante a los diecinueve años.
La nota más oscura, o sombría, de la carrera de Amália Rodrigues, o quizás la más intrigante, es su relación con la dictadura portuguesa.
Se especula con su apoyo al régimen de el dictador António de Oliveira Salazar, de su colaboracionismo, ya que se dice que el régimen dictatorial se asentaba sobre tres efes, el fado, Fátima, y la familia.
El periodista Miguel Carvalho, quien realizó una pormenorizada biografía sobre ella, sostiene que:
«Amalia estaba con dios y con el diablo. Aunque no tenía compromiso ideológico con los comunistas (era conservadora y católica), para ella era importante la defensa de la dignidad humana»

Carvalho nos cuenta que Amália se crió desde los nueve años en un barrio obrero, Alcántara, que era uno de los focos de resistencia al régimen y que durante su infancia, presenció la persecución de los enemigos de la dictadura, es decir, la persecución de sus vecinos, con algunos de los cuales mantuvo relaciones de amistad durante toda su vida.
A pesar de que su familia era admiradora de Salazar y formaba parte de u sector de la sociedad portuguesa que lo veía como un salvador del país ante el caos que sobrevino con la proclamación de la república, Amália nunca pudo dar la espalda, ni hacer oidos sordos , a la presencia de los oprimidos y pisoteados por la dictadura.
Sin duda que ese sentimiento contradictorio, ambiguo, es lo que la lleva a colaborar con el partido Comunista de Portugal. Quizás no existió motivo ideológico alguno, fuera del sentimiento de impotencia, angustia o injusticia, infligida a sus seres queridos.
Dice Carvalho que: «Su casa en Lisboa era un centro de conspiración» Quizás una interpretación un tanto exagerada.
La artista también cantó canciones de claro contenido político, de poetas perseguidos, temas que fueron censurados Como la canción Abandono de David Mourao-Ferreira.
Abandono:
Por teu livre pensamento
Foram-te longe encerrar
Por teu livre pensamento
Foram-te longe encerrar
Tão longe que o meu lamento
Não te consegue alcançar
E apenas ouves o vento
E apenas ouves o mar
Levaram-te a meio da noite
A treva tudo cobria
Levaram-te a meio da noite
A treva tudo cobria
Foi de noite numa noite
De todas a mais sombria
Foi de noite, foi de noite
E nunca mais se fez dia
Ai! Dessa noite o veneno
Persiste em me envenenar
Ai! Dessa noite o veneno
Persiste em me envenenar
Oiço apenas o silêncio
Que ficou em teu lugar
Ao menos ouves o vento
Ao menos ouves o mar
Ao menos ouves o vento
Ao menos ouves o mar
«Ella siempre negó en público que la canción tuviera connotaciones políticas, pero en privado, sí lo reconoció» – Comenta Carvalho.

La niñez de Amália Rodriguez.
Hija de Albertino de Jesus Rodrigues y de Lucinda da Piedade Rebordão, vivió en una familia pobre y numerosa, originaria de Beira Baixa.
Su padre era zapatero y tocaba en una banda. Habían emigrado a la capital, en busca de trabajo, pero tiempo después, ante la falta del mismo, regresan al campo y dejan a Amália en Lisboa, con sus abuelos maternos.
Su abuela, Ana do Rosário, la educó de una manera estricta y la envió a la escuela primaria de Tapada da Ajuda donde cantó por primera vez en público con nueve años para la fiesta de la escuela.
Fue una niña bastante tímida, que hasta ese momento, solo cantaba para su abuelo y sus vecinos.
Con doce años, dejó los estudios y encontró un trabajo bordando, pero al poco tiempo, empezó a trabajar en una fábrica de pasteles.
A esa edad, intentó suicidarse bebiendo cabezas de cerillas. Tiempo después declaró:
«Eran cosas de niños. Una vez comí cerillas para castigar a mi abuela, que había dicho algo que no me gustó. Cuando vi La dama de las camelias lloré, bebí vinagre para ser como ella… Me ponía en la ventana para que me diera el aire, pillar la tuberculosis y morir como ella. No entendía nada, solo que el padre era muy malo y que se mató por eso. Quería morir así»
El regreso de sus padres y el camino al éxito:
Cuando sus padres regresaron a la capital portuguesa, a sus catorce años, decidió irse a vivir con ellos. Su vida cambió completamente, puesto que ahora debía ayudar a su madre y aguantar a un hermano mayor bastante autoritario.

A los quince años, se fue con su hermana pequeña, Celeste, a vender frutas por la zona del puerto de Lisboa. Fue allí que ganó cierta popularidad y consiguió participar en el desfile popular de Alcântara en 1936.
En 1938, el organizador del desfile le insistió para que se inscribiera en el concurso de nuevos talentos donde nombraban a la «Reina del Fado de los Barrios» en representación de su barrio, Alcântara, pero no llegó a participar, ya que el resto de concursantes se negó a competir contra ella.
En este concurso, un espectador la recomendó a Jorge Soriano, director de la Casa del Fado.
Su audición fue un éxito, pero ante la oposición de la familia, Amália declinó la invitación. Es entonces cuando, por el amor que sentía hacia el guitarrista y tornero Francisco da Cruz, de 23 años, decidió suicidarse por amor.
Dos años más tarde se casaron, pero ese matrimonio solo duró dos años.
Francisco da Cruz le pidió el divorcio y Amália decidió quitarse la vida delante de su ventana tomándo veneno para ratas. Fue en esta época cuando realizó su primera actuación en el extranjero, más concretamente en Madrid en 1943.

Luego se casría por segunda vez, con César Seabra, un ingeniero brasileño.
A pesar de tener una buena relación con el dictador Salazar en la década de los 1960, este prohibió la venta de su canción «Abandono Fado de Peniche», considerada un himno por los presos políticos de la Fortaleza de Peniche. El régimen salazarista había encerrado a muchas personalidades políticas y forzado a muchos artistas al exilio.
La dictadura o el Partido Comunista.
Días después de la caída de la dictadura de Salazar y el restablecimiento de la democracia, Amalia publicó el sencillo «Meu amor é marinheiro»
A pesar de que la portada de esta canción aludía a la Revolución de los Claveles, Amália tuvo que retirarse de la vida pública, acusada de colaborar con el régimen fascista y no se dejó ver hasta algunos meses más tarde, en una gala de UNICEF en París en 1975.
Las consecuencias de estas acusaciones provocaron un parón en su carrera, recibió diversos homenajes, como la condecoración de la Orden del Infante Don Enrique por parte del entoncespresidente de la República Portuguesa Mário Soares.
Durante este periodo, atravesó problemas económicos que la obligaron a deshacerse de parte de su patrimonio.
Amália Rodrigues falleció el 6 de octubre de 1999 a los 79 años, debido a una enfermedad del corazón.
Aquí les dejo mi caricatura de esta mujer, que además de gran cantante, quizás más humana y poco colaboradora de la dictadura con quien se le conecta. Quizás, fue una manera de sobrevivir, quizás, puede haber muchos quizás, pero lo innegable, ha sido su compromiso con la gente que quería, la de su barrio pobre, la de Alcántara y desde luego, esa inmensa voz, que dio vida al fado.
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