Hace algo de tiempo escribí esta nota,cansado, harto de leer en redes sociales, comentarios de críos y no tan críos, hablando de su «arte», de su «obra», como si fueran «elegidos» que dejarán su «legado» para que el común denominador de los mortales, la humanidad, se “iluminara de su profunda sabiduría y besara sus pasos sobre la tierra”
Pero cuando se es joven ya se sabe: Somos inmortales, omnipresentes, impresionantes.
Y todos alguna vez, fuimos jóvenes.
Pero lo más ridículo es ver poses de vejetes trasnochados, que creen seguir siendo jóvenes, decrépitos histriónicos, pintores de medio pelo, viejos ridículos, con pañuelo amarrado al cuello y sombrero, resaca de seductor fracasado, conquistadores de la nada, de pose afectada, con su característica cara de estreñimiento crónico, mirando hacia el horizonte, escudriñando el orto del sol.
Estos tienen como consuelo, y para su mayor vergüenza, la auto complacencia, de “autoproclamarse artistas” además de su fantasía, de poseer la juventud eterna y no un gran problema de próstata.
El monólogo de un idiota.
Hace muchos años, cuando recién comenzaba a vivir de esto, estaba en una feria llamada “El Mercado de los Milagros” entonces se acerca una persona y me dice:
– ¿Estos retratos los haces tú?
– Sí.
– Yo soy artista.- Comenta.
– Ah.
– Soy artista desde que tenía seis años.
– Ahá.
–Pero mi hermano, es artista desde antes, desde que tenía tres.
Se para frente a un retrato que tenía de muestra, lo mira, lo rasca con la uña, y me dice:
–¿Esto es carboncillo, verdad?
Lo miré y me fui.
Al rato, al regresar, el vendedor que estaba a mi lado, me comenta:
–Te has ido y lo has dejado hablando solo?
– ¿Qué le puedo decir? Le dije al mi compañero de feria… Me dice que es artista desde que tenía seis años y su hermano tres.
¿Qué padres no le han dado unas ceras o lápices a su hijo, para que les deje tranquilos?
-Y además, si de verdad es un artista, reconocería el carboncillo a la distancia, sin necesidad de acercarse a rascar con su uña y arruinarme la muestra.
Solo eres un hombre
Marco Aurelio, el gran emperador romano, tenía un esclavo para una función muy particular.
Cuando el emperador salía a pasear por la ciudad y la gente lo aclamaba, el trabajo de su esclavo, consistía en susurrar a su oido: –«Solo eres un hombre»

Pensé en hacer este blog, con técnicas y tutoriales, sobre todo lo aprendido a lo largo de todos estos años.
Pero me equivoqué, no me di cuenta que estoy rodeado de tanto «artista encumbrado» que no necesita, ni quiere aprender.
Creí en su momento, que la imbecilidad sería pasajera, pero participando de grupos en redes sociales, veo que va en aumento.
No solo se regodean de la creencia popular, de que «con eso se nace» o que «algún dios le ha otorgado un don»
Hay muchos que de verdad se han convencido de ello.
Una de las cosas fundamentales para dominar este oficio, es someter a nuestro ego.
Se somete bajándolo a tierra, siendo muy auto críticos, sabiendo que cada trabajo terminado, es uno más, un paso hacia el otro, y solamente eso, nada más que eso.
Marco Aurelio «El sabio», emperador de Roma (el último de los considerados «emperadores buenos») Cuenta la historia que le gustaba pasear, por las calles de la ciudad donde era aclamado y vitoreado por el pueblo como un «semi dios».
Al emperador, Marco Aurelio, siempre lo acompañaba un esclavo, varios pasos atrás, que cuando los elogios iban en aumento, discretamente se acercaba al gobernante y le susurraba al oído: –«Solo eres un hombre, solo eres un hombre»
La mujer con espigas en el pelo.
Nacemos y desde pequeños vamos mostrando cierta predilección por algunas cosas; unos los deportes, otros dibujar, pintar, la mecánica, la carpintería, hasta que un día elegimos que hacer.
Si me hubiese gustado la mecánica, sería mecánico, pero no, me dediqué a dibujar.
¿Será por que me gusta el dibujo? ¿O es una razón demasiado simple y terrenal?
Mientras mis amigos jugaban al fútbol, yo estaba en mi maravillosa soledad, dibujando a Batman.
Fue así, hasta que un día, al sentirme incapaz de hacer ciertas cosas pedí a mis padres que me enviaran a estudiar dibujo y pintura, y ahí fue cuando me dí cuenta, que de eso, no sabía nada.
Si fuera por las veces que rayé papeles en mi vida, podría decir que soy artista desde que nací, pero la realidad fue otra.
La realidad me dio de lleno en la cara, para mostrarme, que de inspiraciones nada y sin nada de estudio, peor aún.
Mi familia, en ese entonces, alababa mis dibujos; en el colegio era uno de los dos que dibujábamos bien, pero un buen día, quien fue mi maestra de pintura, Telma, me puso de modelo, un bajorrelieve que era la cabeza de una mujer, con espigas en el pelo.
Lo cierto es que, desde que había pisado su taller, el bajorrelieve había llamado mi atención y reclamé casi desde el primer momento, que quería y sería capaz de dibujarlo.
Asi que un par de años después, había llegado el día.
Una vez terminado, se lo mostré, lo miró y me dijo:– Está mal, hazlo de nuevo.
Me dio mucha rabia, y lo hice otra vez, una vez terminado, lo miró y me dijo que estaba mal, que lo hiciera de nuevo, asi que lo hice otra vez.
Tenía trece años y hacía dos que aprendía con ella, era totalmente inaceptable, una ofensa, una gran ofensa, que tuviera que repetir dos veces el mismo dibujo.
Me hizo repetirlo siete veces.
Al final, me miró sonriendo y me dijo:
–«El primero ya estaba bien»
– ¿Y por qué me has hecho repetirlo siete veces?
–Para que bajes tu ego.– me respondió.
Después de varias clases dibujando la misma cabeza, me fui con la lección bien aprendida, no solo había atacado a mi ego, me lo había «mostrado» lo había sentado frente a mí, mientras dibujaba, y me observaba.
Quien juzgaba mi dibujo era él, había tomado el control, sin dejarme ver lo que hacía y dando por supuesto que lo que hacía era genial, insuperable.
La séptima cabeza, estaba algo mejor que las otras seis, por la simple razón, de que había repetido el mismo modelo siete veces, y esa voz que me decía «eres insuperable» me había echo creer, que la primera era «una obra de arte»
A partir de ese día, es que desconfío de mis capacidades.
Y cuando aparece sentado frente a mí, lo odio tanto, que me gustaría asesinarlo.
El Arte y los «Artistas»
Una «obra de arte» es solo aquella que pasa la prueba del tiempo.
Entonces me dirán: – Pero hay muchos «artistas» vivos, muy famosos, que exponen y son muy cotizados. A caso ellos ¿No hacen obras de arte?
Algunos sí, otros no.
El «mercado del arte» es otro asunto. Actualmente se pueden,» fabricar productos» vendibles, según intereses del mercado. El «arte», es una de las inversiones más redituables y seguras.
Se puede vender casi cualquier cosa como tal, sin serlo, se puede «inflar» una cotización, como si de acciones se tratase.
Contaba Avelina Lesper, que un «artista» vendía un montón de ramas amontonadas.
Ella le preguntó que si las compraba (Creo que eran unos 20.000 dólares) si se las podría llevar a su casa, a lo que el «artista» le respondió que no.
Que le extendería un certificado, firmado por él, por el cual tenía derecho a amontonar una cantidad de ramas, en un número de metros cuadrados, determinados por él.
Yo Artista.

La captura de pantalla que acompaña este texto, pertenece a un «artista» , muestra como alguien, se considera un elegido, un ser superior, porque según él, cree que nació con un «don»
¿Qué importa si eres «artista»? ¿Tú te lo crees? ¿Quién te ha dicho que lo eres? ¿Acaso tú mismo has dictaminado, que porque dibujas algo o pintas algo, eres artista? ¿Qué valor tiene lo que pintas? ¿Qué aporta lo que haces? ¿Crees que lo que dibujas, pasaría la prueba del tiempo? ¿Te crees un «ser superior»?
Esta mentira del «don», ha sido muy empleada por pintores y galeristas, para vender cuadros que de otra forma no valdrían nada, absolutamente nada.
Esto, junto a una explicación altisonanate de una pintura, como uno que decía mas o menos:-«pinté un jarrón, porque el jarrón contiene agua y el agua es la vida»
Cuando nos encontramos con esto, es señal inequívoca, de que alguien va a ser estafado.
El verdadero arte llega a la gente sin necesidad de ser explicado.
Al público le gustará o no le gustará, así de sencillo.
Una auténtica obra de arte, no debe de necesitar un GPS, para saber de qué se está hablando.
El «don» cavernario.
Hay quien dice, que los hombres que hicieron las pinturas rupestres, habrían sido admirados por sus tribus.
Se les habría atribuido un lugar especial dentro de su grupo, por esa facilidad “mágica” de dibujar y pintar.
Como en toda creencia, la ignorancia juega un papel muy importante.
Entonces sí, pensarían que el dios o los dioses, les habrían entregado «un valor agregado» y habrían sido tratados con cierto temor y respeto.
Y aquí me dirán:
-Pero hay mucha gente que pinta y dibuja y nunca consiguen ser buenos.
Sí, quizás a algunos les cueste más que a otros, pero si de verdad les gusta y no se rinden, con estudio y mucha práctica siempre se consigue. Esto es un “oficio” terrenal y mortal.
También hablaban de la «capacidad de crear» como si esto fuera algo único, propiedad de los auto proclamados «artistas con don celestial»
Decía un «genio» de estos, que había hecho un escrito y «reflexionado» e intentó recordar a qué «edad» se había dado cuenta: – «…o mejor dicho, ellos, (los mortales) supieron que estaba dotado para la pintura» -(Textual) lo «descubrieron» y continúa: – «…la historia está llena de genios»
La creación.
Si te quieres auto proclamar artista poseedor de un don especial, por crear, cambia de discurso, porque se te caerá enseguida.
Un pastelero crea todo el tiempo ya sea en sus recetas, como en la decoración de sus tartas, alguien que haga tejido de punto, también, o quien hace encaje de bolillo, un humorista, un arquitecto, un guionista de comic, de cine, un constructor, una manicura, un carpintero… y podría enumerar profesiones que «crean», hasta el aburrimiento. Así que lo de que eres artista por crear, que eres «un ser especial» por ello, no cuaja.
Y por otra parte, si son «seres que ya nacieron con eso» ¿Por qué, van a clases de dibujo y pintura, si ya nacieron sabidos?
El ego.
Las «trampas» en que nos mete nuestro ego, son espectaculares.
A tal punto, que he visto fotografías de «pintores» que apenas conoce su madre, en poses ridículas, arcaicas, en expresión reflexiva, seria, trágica, intentando «transmitir» su «genialidad» y preocupación existencialista, por «el futuro de la humanidad»
¿Acaso por ser pintor, hay que sacarse fotos con cara de estreñido crónico, mirando al horizonte todo el tiempo?
Y en cuanto a técnicas y materiales. Si has «nacido con ello» manejarás todos los materiales a la perfección y todas las técnicas a la perfección. ¿O necesitas que alguien te enseñe para ello?
Ah, que prefieres tal material y tal técnica…bien…»pero eres un gran artista» no lo olvides, tú dominas todo, porque «naciste con eso»
Y tu «obra», ilumina a la humanidad, cambia algo, dice algo…?
El ego, te conducirá con facilidad, a un vacío, donde nunca serás bueno, porque te crees bueno, y nunca serás nadie, porque crees ser alguien.
Lo máximo que podrás llegar a ser es «El artista de amigos y familiares» (Que nunca te dirán la verdad)
Telma.
Personalmente me considero un tío que trabaja en esto, del dibujo y la pintura, es mi oficio y no lo domino por completo, no lo sé todo.
Mi «obra»… seguro terminará en el contenedor más próximo a donde viva llegado su momento.
Telma Paroli de Acerboni, quien fue mi maestra de dibujo y pintura me dijo un día:-«Los primeros 20 años, serás un aspirante a dibujante y pintor, los segundos veinte años, serás un aprendiz de dibujante y pintor, los terceros 20 años, serás dibujante y pintor, y los cuartos 20, si llegas, serás un artista, siempre y cuando la gente diga que lo eres, no porque tú te lo creas»
©Orons
